El cáncer es curable


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El cáncer es curable

Hugo Ramírez Ospina


“No hay enfermedades incurables, hay enfermedades que aun no sabemos curar”

Cuando el modelo cartesiano en su afán de dividir, invito a la física clásica a encontrar los ladrillos fundamentales de la materia, es decir, las partículas más elementales del universo, se encontró con un laberinto sin salida: El átomo. De allí, en esa época, los físicos no fueron capaces de seguir dividiendo y entonces utilizaron un lenguaje funesto en lugar de reconocer humildemente su incapacidad. El “átomo es indivisible” fue la declaración que durante mucho tiempo demoró el camino en la investigación. Robert Millikan con la autoridad que le brindaba el hecho ser premio nobel de física en 1920 afirmo: No existe posibilidad de que el hombre pueda liberar el poder del átomo. La palabra misma “ATOMO” ya era semánticamente el reflejo de esta fosilización lingüística. A: sin y Tomos : División. Ese sistema de creencias permaneció hasta que alguien se decidió a desafiarlo y eso permitió que llegáramos tan lejos, hasta la teoría de cuerdas y al paradigma fascinante de la física cuántica. Ya ni siquiera hablamos de partículas materiales sino de posibilidades de existencia y del universo como una gran conciencia, en lugar de un agregado de cosas.

El cambio de ésta frase sobre el átomo, como veremos enseguida, hubiera acelerado la aparición de la era atómica y nos hubiera llevado a otro sistema de creencias al respecto. Las palabras, como nos dice la Ontología del lenguaje no son inocentes y reflejan la manera como estamos percibiendo el mundo. Por eso tiene tanta validez lo que insinúa la siguiente anécdota. Cuando le preguntaron al sabio, cuál sería su primer decreto si fuera elegido rey, contestó : “simplemente, cambiar el lenguaje”. Este es el primer paso que hay que dar para poder permitir el cambio de nuestro pensamiento y de nuestras creencias. Si los “sabios” dejando su arrogancia hubieran tenido la humildad de reconocer su incapacidad, hubieran dicho humildemente: “Aun no sabemos dividir el átomo y por lo tanto este no “Es” indivisible sino que “Está” indivisible. La “indivisibilidad” no era por lo tanto una cualidad inherente al átomo sino una incapacidad del científico.

En esta misma tentación cayó la medicina que sigue los caminos cartesianos. En lugar de reconocer su incapacidad de curar el cáncer con su modelo tradicional, hizo una declaración que también puede frenar los procesos de reversión que han funcionado en muchísimas personas: El cáncer “ES” incurable. Una frase que refleja la humildad del que siempre está en la búsqueda sería la siguiente: Aun no sabemos cómo curar ciertos tipos de cáncer. El cáncer no “Es” sino que “Está” incurable. Con este cambio de lenguaje evitaríamos el síndrome del diagnóstico como analizaremos en otra parte.



“Así como el átomo pudo dejar de “estar” indivisible el cáncer también dejará de estar incurable.”

Cuando se dan algunos cambios imprevistos o sanaciones inexplicables, la medicina tradicional en lugar de preguntarse qué pudo haber pasado, generalmente vuelve sobre su modelo y habla de un error en el diagnóstico. Sería interesante preguntarnos humildemente, si estos casos nos están hablando de una misteriosa manera de proceder de nuestro inconsciente. Creo que es el momento de interrogarnos si estas sanaciones, lo mismo que el placebo, en lugar de ser una excepción a la regla, no serán la regla excepcional que aun no hemos aprendido a conocer y a manejar.

“Todo trastorno orgánico tiene una buena intención” es una frase que nos permite llegar al inconsciente y descubrir otros orígenes de la enfermedad y por lo tanto otra manera de abordarla. No estamos hablando de algo en contraposición a la medicina tradicional sino de algo maravillosamente complementario. Para el pensamiento cartesiano el hombre es una máquina y debe ser tratado como tal. El nuevo paradigma de pensamiento que hunde sus raíces en la física cuántica nos habla de una unidad “cuerpo-mente” que no podemos separar. Si la sintomatología nos dice “Que” está pasando en nuestros organismos, la “Simbología” nos habla del “Para qué” estamos padeciendo de algo, abriéndonos un camino insospechado hacia la sanación. Hay por lo tanto un lenguaje silencioso del trastorno que es importante escuchar. Toda enfermedad es una frase dicha por el cuerpo que no fue dicha por la boca y esto nos lleva dialogar con ella en lugar de “atacarla”. En la Psicosomatolinguística, en la Psiconeuroinmunología, en la descodificación lingüística y biológica del trastorno y en la Programación neurolingüística, entre otras, encontramos los mecanismos para llegar a la enfermedad por otro camino, que no se queda solamente en la materialidad del cuerpo y sabe que la mente es un invitado que no podemos ignorar.

El trastorno como dice Hamer, es la solución perfecta del cerebro para asegurar la supervivencia. Es la traducción biológica del pensamiento y por lo tanto cada enfermedad tiene una expresión simbólica que es tan importante como la manifestación de los síntomas. Si estos últimos nos dicen lo que puede estar pasando en el organismo, la simbología nos cuenta cuál es la buena intención que tiene nuestro trastorno y cuál es el mensaje escondido detrás de la enfermedad.






La siguiente historia clínica tomada le libro La curación cuántica de Chopra es el éxito más completo que se ha registrado en el tratamiento del cáncer mediante las técnicas ayurvédicas. Si bien en esta paciente no aparecen aplicadas las técnicas anteriores, su experiencia nos da elementos para reafirmar que el cáncer no “es” incurable sino que “está” incurable. Es probable que alguien pueda pensar como el médico que decía que estábamos dando falsas esperanzas, pero podemos contestarle como a él: “La única falsa esperanza es la no esperanza”. Varios casos de sanaciones inexplicables para la medicina tradicional nos permite intuir que sufrimos de lo que “nos conviene” y que el trastorno es la manifestación de un conflicto interior y que está ligado a él simbólicamente.

La paciente es Eleonor, de 40 años que se le diagnosticó un cáncer avanzado de pecho, que se había metastasiado a los ganglios bajo su brazo. Se somete a una mastectomía radical y reacciona muy mal a la quimioterapia. Como los efectos secundarios le resultaban intolerables abandonó por completo los tratamientos convencionales, aunque sus doctores le habían advertido que su cáncer ya se había diseminado a los huesos. Los pacientes con este tipo de metástasis tienen una probabilidad de supervivencia inferior al 1%

En 1986 su médico le sugirió que comenzara a meditar. A través de la meditación trascendental supo del Ayurveda, fue a Lancaster para un tratamiento y le enseñe el sonido primario para tratar su cáncer. Los resultados fueron extraordinarios. Desaparecieron sus agudos dolores óseos y cada vez que regresaba a casa para que le tomaran placas de rayos X, su radiólogo encontró menos y menos manchas de cáncer en los huesos. Si Eleonor sobrevive más de dos años tendrá el privilegio de contarse entre los pacientes que han derrotado todos los pronósticos. Sin embargo lo que quiero esbozar aquí es el cambio genérico que ella experimentó. Le pedí que escribiera la historia de su enfermedad, cuando estaba a punto de entrar al quirófano para que le extirparan un pecho.

“Estoy acostada en el área de preoperación. Pasa a mi lado una enfermera que lleva un gigantesco seno en una bolsa transparente. Mis pechos parecen tan pequeños e inocentes. Yo había amamantado a mis hijitos y me sentía muy orgullosa de mis senos. Eran bonitos y confiaba en ellos. Ahora estoy aquí acostada esperando que alguien me corte por lo menos uno de ellos. Estoy asustada y tiemblo. Siento que cada uno de mis nervios grita desesperadamente, como si quisieran correr antes que me lleven al quirófano. Siento que estoy traicionando a mi cuerpo como si estuviera permitiendo un acto de degradación.
Cuando termina todo, empiezo a sentir el impacto emocional. La imagen que tengo de mi cuerpo es muy mala. No quiero que me vean los médicos y menos mi marido.



Me siento más que desnuda. Es como si me despojaran de mi forma femenina.
Además se presentó una infección que duró semanas y me hicieron drenajes con tubos cosidos a mi cuerpo.”

Al final Leonor sanó lo bastante como para iniciar un tratamiento de 6 meses de quimioterapia. Se le dijo que tenía buenas posibilidades de recuperarse pero cuando le practicaron una mamografía en el seno que le quedaba, también estaba canceroso. Se programó una segunda mastectomía.

“Ahora quisiera escapar, durante meses he escuchado que tengo cáncer, que ya no tengo y que una vez mas lo tengo. Estoy tan cansada de las cirugías y de la incertidumbre. Me siento enferma, tengo dolores, me siento humillada, dudo de mi cuerpo, mi sexo. Me ha defraudado todo en lo que yo confiaba. Espero que este sea el fin y pueda recuperarme de los otros síntomas.”

Al poco tiempo comenzó a practicar la meditación trascendental. Al principio la veía con dudas y escéptica, pero con el tiempo eso se convirtió en una sensación de aceptación interior. 4 meses más tarde descubrió que había quedado embarazada. Los doctores le habían dicho que la quimioterapia la había dejado estéril. Para ella esta idea representó algo muy especial en lugar de riesgo. Para mí este embarazo simboliza una especie de plenitud y de fusión con la naturaleza. Era un milagro y me sentía muy feliz. Así que cuando los me dijeron que tenía que abortar para salvar mi vida todo se convirtió en una pesadilla. A medida que avanzaba el embarazo empecé a ponerme más enferma. Me informaban que las pruebas indicaban cáncer positivo de estrógenos y que tenía muy pocas posibilidades de sobrevivir. Me enfrente con los hechos y decidí seguir con mi bebe y esta decisión me permitió vivir en paz”.

Después de un alumbramiento feliz, Eleonor descubrió que su cáncer había regresado esta vez a sus huesos.

“De nuevo comenzaron las subidas y bajadas. Los doctores pronosticaron que viviría tal vez 6 meses más, pero probablemente no mas de dos años. El cáncer había penetrado en lo hondo de los huesos. Me sentía muy enferma. El plan te tratamiento consistía en potentes dosis de quimioterapia, para el resto de sus días. No parecía que fuera a permanecer aquí demasiado tiempo.”

Eleonor respondió muy mal a la quimioterapia. Así visito Lancaster en Junio para que se le administraran tratamientos ayurvédicos. Cuando examine su caso me di cuenta que estaba gravemente enferma y no podía prometerle la curación. A pensar de lo cual le dije que había más posibilidades que las que ella se imaginaba, ya que su interior profundo no había sido violentado por el cáncer. Intentaríamos ponerla en contacto con ese interior. Dos semanas más tarde comenzó a sentirse mucho mejor tanto física como mentalmente y Salió de la clínica sin dolores en los huesos. Aparentemente este fue el momento culminante.


“Después de regresar al trabajo, a la quimioterapia y a las dudas sucedido una cosa verdaderamente especial. Una paloma salvaje se había metido a la bodega de la compañía. El pájaro me siguió por las escaleras y pasillos que van a la oficina y aterrizo en silencio frente a mí. Con mucho cuidado la levante y me inundo la sensación de que nos estábamos ayudando mutuamente. Después de unos meses la deje en liberta. En Septiembre supe que las placas de mis huesos no eran buenas pero que tampoco habían empeorado. La quimioterapia me estaba causando múltiples efectos secundarios. En realidad no tenía la intención de dejarla pero se había presentado sistemáticamente malos recuentos sanguíneos y eso implicaba que tenía que suspenderse temporalmente. De inmediato comencé a sentirme mejor y me di cuenta que no deseaba mas quimioterapia aun a riesgo de morir. En Diciembre visite Lancaster una vez más. El tiempo que pase allí fue maravilloso. Llegaron algunas hierbas especiales para mí y me dieron una técnica de sonidos primarios para que la empleara en casa. A fines de Diciembre volvieron a examinarme los huesos y no parecía haber cambio alguno. Esto confirmo mi creencia de que la quimioterapia era superflua. Continúe con mis técnicas y cuando regrese tres meses más tarde las placas de mis huesos mostraba que habían desparecido todas las manchas excepto una muy pequeña.

“El radiólogo sonrió y me dijo como pudo ocurrir esto sin quimioterapia, me abrazo y me dijo: Esto es histórico. Mi medico llamo al radiólogo para que le diera una interpretación completa de las placas y cuando colgó me dijo que me había recuperado casi completamente”

Eleonor ha andado un largo camino. El año pasado se encontraba en la peor situación respecto a la posibilidad de sobrevivir, mientras que hoy muchas autoridades como el Doctor Ikemi dirían que su caso es una curación espontánea. Su salud general es buena y no se ven rastros de que su cuerpo se esté consumiendo. 8 meses después de haber suspendido la quimioterapia el cáncer de sus huesos se ha reducido a tal punto de tal manera que solo aparece una pequeña sombra en sus rayos X y ni siquiera hay pruebas definitivas que se trate de cáncer.

Bibliografía
La magia del lenguaje. Hugo Ramírez Ospina. ( cfr capítulo Lenguaje médico o lenguaje bélico)
El Punto crucial. Fritjof Capra.
Descodificación biológica de las enfermedades. Hamer
Seminario: Psicosomatolinguistica. Hugo Ramirez Ospina
La curación cuántica. Deepak Chopra

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Hugo Ramirez Ospina.
www.hugo-ramirez.galeon.com gabrielhugo@yahoo.com
Tel celular 3148913512. Oficina 2561334 Medellín Colombia

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